Debido a su extensión entregaré este capítulo en los
siguientes artículos:
ENERGÍA V, se refiere al proceso de Encarnación
ENERGÍA VI, al nacimiento y la infancia
ENERGÍA VII, primera infancia y estado latente hasta los
siete años
ENERGÍA VIII, adolescencia y edad adulta
ENERGÍA IX, la madurez y la muerte
Como siempre, deseo que os sirvan de inspiración y de apoyo
en vuestra estancia en este mundo.
Para cubrir el campo de la experiencia humana desde el
nacimiento hasta la muerte y más allá de este recurriré tanto a la tradición
psicológica como a la metafísica. Si la metafísica no es del agrado del lector,
le ruego que la tome como una metáfora.
ADOLESCENCIA
El reto de la adolescencia, como en todas las fases del
crecimiento, consiste en hallar el yo y mantenerse fiel al mismo a través del
caos de los cambios físicos y emocionales, los dulces deseos y los dolorosos
rechazos.
A medida que el niño se acerca a la pubertad se empiezan a
producir grandes cambios en todo su cuerpo y en el campo energético que lo
rodea. Se añade más verde al aura y al espacio privado del individuo. El
espacio es penetrado por las vibraciones de los amigos. Conforme el chakra del
corazón se abre a nuevos niveles de sentimientos y el alborear del eros y el
amor emerge desde lo más profundo de la psique, el campo se inunda de un bello
color rosa. Se activa la pituitaria (chakra del tercer ojo) y el cuerpo empieza
a madurar convirtiéndose en adulto. Todos los chakras son afectados por estos cambios.
En ocasiones, el individuo acoge con excitación estas nuevas vibraciones; en
otras, las detesta porque acarrean nuevos deseos y una nueva vulnerabilidad que
el individuo no ha experimentado antes. A veces, todo el campo resultará
alterado y los chakras quedarán totalmente desequilibrados, mientras que en
otras ocasiones todo fluirá de manera armónica. De este modo, el individuo pasa
por grandes cambios de realidad emocional, y sus acciones expresan esta
confusión. Un momento antes era un niño, ahora es un adulto.
El individuo repite ahora todas las fases de crecimiento ya
experimentadas, pero con una diferencia. Las tres primeras fases implicaban al
yo como centro del universo. Era un conjunto formado por mí mismo, mi mamá, mi
papá, mis amigos, etc. Ahora es la relación «yo-tú». El «yo» no existe solo, y
el bienestar del «yo» depende ahora de que se hagan los ajustes apropiados en
el «no-yo». Esto se debe en parte a que el individuo no «posee» ya los objetos
de amor, como sucedía en el caso de sus padres o sus juguetes. Ahora su
bienestar depende, o así lo cree, de que equilibre sus acciones para
«convencer» a la persona amada de que lo ame. Esto produce una tensión sobre la
psique entre quién piensa que es y quién piensa que debería ser (según quién piense
que desea ser, o viceversa). Esto sucedía ya, desde luego, con los padres, pero
ahora es más evidente, pues en cualquier momento el ser amado puede elegir a
otro, y con frecuencia lo hace públicamente.
LA EDAD ADULTA
Para cuando termina la adolescencia ya están definidos los
chakras y la pauta energética utilizada por el individuo. Todos los chakras han
adoptado una forma adulta. Es en este punto cuando el individuo puede tratar de
asentarse y no sufrir más cambios. Algunos lo logran y, con ello, hacen que sus
vidas se establezcan conforme a pautas seguras, firmes, de realidad claramente
definida y limitada. Otros muchos, agitados por sus experiencias vitales,
comprenden que la realidad no es tan fácilmente definible y emprenden una
búsqueda de significados, que durará toda la vida y les conducirá a través de
un reto constante hacia experiencias más profundas de plenitud.
En la madurez, el «yo-tú» se expande para incluir a la
familia personal, que crea su propia forma energética. Nuevas energías que fluyen
por el chakra de la garganta ayudan a este proceso personal de dar y recibir.
Con el transcurso del tiempo, el «yo-tú» se puede ampliar para incluir al
individuo y al grupo. Es posible que el corazón se abra para acoger no sólo el
amor a la pareja y los hijos, sino también el amor a la humanidad. El color del
aura se percibe de un bello tono lila. Entonces se convierte en la integración
de la conciencia del yo, el otro y el grupo. A medida que el tercer ojo se abre
a vibraciones más altas, uno empieza a ver la unidad de todas las cosas y puede
apreciar, al mismo tiempo, la preciosa exclusividad de cada alma individual
dentro de esa unidad.
Reiki es un sistema de sanación que trabaja con la Energía
Universal a través de los chakras mediante la imposición de manos. El efecto
inmediato de Reiki es la relajación pero sus efectos van más allá ya que
conecta todas las capas aurales para que la conexión con tu verdadero Ser –tú
Yo Superior- se haga realidad de una forma más consciente.
TERAPIA Y CURSOS
DE REIKI
Facilitadoras:
Ascensión Menchón
García_Maestra de Reiki
María de Tíscar
Bosques Navarrete_Maestra de Reiki y Tarotista
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