ESTADO DE ALERTA
Todos, en algún momento de
nuestra vida, hemos padecido insomnio, ese perverso estado que nos impide
dormir y descansar por la noche.
En unos casos, vamos a la cama,
apagamos la luz y empezamos a dar vueltas y más vueltas sin ser capaces de
conciliar el sueño. Otro tipo de insomnio, tal vez menos conocido aunque muy
corriente, es aquel en el cual la persona se acuesta cansada y se duerme sin
dificultad; sin embargo, al cabo de unas horas se despierta como si se hubiera
encendido un clic en su interior, a partir de ese instante le resulta
prácticamente imposible volver a un sueño profundo.
Ambos tipos de insomnio comparten
una actividad: la mente se dispara y construye pensamientos en bucle a una
velocidad desorbitada provocándonos ansiedad e irritabilidad. Si dicha
situación se convierte en crónica, sin duda, puede conducirnos a la
desesperación, pues los seres vivos necesitamos dormir para que nuestras
funciones biológicas y nuestro sistema emocional se mantengan saludables.
Ante el insomnio, los consejos
básicos y efectivos son:
- Tomar una cena frugal
- Una ducha caliente antes de irnos a la cama
- Beber una infusión relajante
- Habituarnos a un horario fijo
- Si no somos capaces de dormir, resulta mejor levantarnos y realizar alguna actividad en lugar de dar vueltas en la cama
- No llevarnos el trabajo al dormitorio
Además de dichas recomendaciones,
hay que tener en cuenta que el insomnio, como la fiebre, no es una enfermedad
sino un síntoma de que algo en nuestro interior no marcha correctamente. Nos hallamos en un “estado de alerta” debido
a causas diversas:
- Depresión
- Ansiedad
- Menopausia
- Dolor por alguna enfermedad
- Preocupaciones: económicas, familiares, laborales, etc.
Los estados de alerta tienen su
origen en la mente, que es una máquina siempre en funcionamiento: esa es su
naturaleza y resulta infructuoso intentar doblegarla o manipularla, pues
entonces –al sentirse agredida- se defiende esforzándose más en su empeño por
controlar(nos). No debemos enfardarnos con ella porque entonces estamos cayendo
en su propia trampa. Suele dar resultado dejarla a su aire, quitarle
importancia, intentar desdoblarnos hasta darnos cuenta de que nosotros no somos
nuestra mente, sino que la mente es una parte de nosotros: como las manos, las
piernas o los riñones. Cuando una parte de nuestro cuerpo se descontrola no nos
enfadamos con ella: si me hago un esguince en el tobillo no me irrito con el
tobillo, lo cuido. Cuando la mente intenta tomar el control, no me enfado con
ella, sino que la cuido con diversas técnicas como la meditación, ejercicios de
respiración, haciendo deporte y terapias de Reiki, entre otras.
Cuidemos de nuestra mente y ella
cuidará de nosotros; convirtámosla en nuestra aliada.
Ascensión
Menchón García
Maestra y
terapeuta de Reiki Usui
Terapeuta de
Reiki Karuna
Terapeuta de Técnica
Metamórfica
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