RESISTIR O SOLTAR
Los resistentes son aquellas personas que aguantan todo tipo
de experiencias hasta que acaban agotados. A pesar del miedo, la angustia y la
incertidumbre no se derrumban hasta haber conseguido su objetivo. Son
verdaderos héroes y se acude a ellos en busca de la fuerza que otros anhelan.
Sin embargo, cuando se encuentran inmersos en un proceso de
transformación personal profunda –sean conscientes o no de este hecho- su
resistencia, de la que se sienten verdaderamente orgullosos, se convierte en su
mayor obstáculo.
Si no son conscientes del cambio, habrá que esperar a que el
anhelo resulte tan fuerte que se haga presente de alguna forma reconocible:
habitualmente aparecerá con la presencia de una crisis que desmoronará su
habitual modus vivendi e incluso –si
no quieren escuchar los avisos- puede derivar en una depresión o enfermedades
diversas.
Una vez que toman consciencia de que algo no anda bien -o al
menos no como se espera- los resistentes, que además suelen ser resolutivos y
eficientes, se preparan para la tarea de sanar; de esta manera acuden al
médico, al psicólogo o a cualquier terapia (hacer deporte y cuidar la
alimentación también entran en esta categoría) que consideren oportuna para
acelerar su recuperación. Y, por supuesto, es una gran idea, puesto que la
ayuda de un profesional siempre es bienvenida.
Mas suelen intentar manejar la situación con impaciencia;
pues, y por qué no, todos queremos sentirnos bien con nosotros mismos y con
nuestro entorno ¡cuánto antes mejor! No obstante, se produce una paradoja
debida a la resistencia: tratan de cambiar conservando las mismas estructuras que
les han llevado a dicha situación de crisis. Es decir, que se resisten a la
esencia de que el verdadero cambio desencadena una metamorfosis total, no tanto
en lo que hacemos sino en cómo lo realizamos.
Así pues, al ser tan resistentes e infatigables, tropezarán
una y otra vez contra un muro de frustraciones hasta que irremediablemente se
agoten, se derrumben y empiecen a cuidarse con cariño, no solo con eficacia. En
dicho estado de fatiga es cuando se origina la verdadera sanación; pues ya no
se consumen tratándose como a enfermos, sino que se toman su tiempo mimándose
como a convalecientes.
Desde esa nueva perspectiva de debilitamiento, en realidad se
fortalecen porque la fuerza y el empoderamiento nacen de un absoluto amor hacia
uno mismo, de no forzar ninguna circunstancia, de moverse al ritmo de los
latidos del corazón, de permitirse momentos
de inactividad.
¡Bienvenida extenuación! Porque al fin me he vaciado de
herramientas, de estrategias, de objetivos y de plazos por cumplir. Y,
tímidamente, comienzo a sentir el verdadero significado de la liberación.
Ascensión
Menchón García
Maestra y
terapeuta de Reiki
Terapeuta de
Técnica Metamórfica
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