EL DUELO

DICIENDO ADIÓS

Sabía que el cambio era inevitable. Llevaba tiempo queriendo, anhelando una transformación en su vida. Se trataba de un secreto pues sabía, que si lo contaba, nadie lo entendería o le quitarían importancia, pues su vida –vista desde fuera- era bastante estable y aceptable: tenía salud, un trabajo bien remunerado acorde con sus aptitudes académicas, una bonita casa, pareja estable, un coche; ¿qué más podía pedir?

Sin embargo, había un vacío, un aburrimiento existencial; y, una urgencia interior que pugnaba por salir; y, una voz que necesitaba ser escuchada. Entonces se dio la oportunidad de indagar qué era aquello.

Empezó la metamorfosis, transformándose de una forma de ser, de sentir, de actuar a otra diferente. Tejió el capullo con calma, dedicación y esfuerzo; en ese lugar protegido e íntimo se encerró para llevar a cabo la alteración de todas y cada una de sus moléculas, sin saber de manera consciente qué saldría de allí. 

En ese estado de crisálida, intuyendo que se estaba produciendo una renovación completa en su ser, sufrió una profunda tristeza. Aunque no deseaba volver atrás, comprendió que se estaba despidiendo de su otro yo, aquel fiel servidor que le había ayudado a sobrevivir hasta ese momento. Surgió un profundo y sincero agradecimiento hacia ese ser que día a día había acompañado toda su existencia. Habían compartido buenos y malos momentos, y siempre había estado a su lado protegiendo su parte más vulnerable para que fuera alterada lo menos posible.

Sin embargo, es hora de despedirse, de decir adiós antes de poder saludar a su nuevo yo porque para crear algo nuevo –a veces- hay que destruir lo viejo, lo conocido. Romper con agradecimiento, ir soltando al ritmo que se necesite, diciendo adiós sin brusquedad. Ahora está de duelo y es importante respetar los tiempos, sin prisa, sin impaciencia. Diciendo adiós.

Ascensión Menchón García

Maestra y terapeuta de Reiki

Técnica Metamórfica

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