TEJIENDO MUNDOS DE LUZ

jueves, 5 de mayo de 2016

SIN DIRECCIÓN



EN EL PÁRAMO



Estoy en un páramo, una vasta extensión de tierra reseca donde la superficie se peina de grietas. No hay nada ni nadie alrededor, ni un triste matorral, ni una sinuosa serpiente, ni un alma perdida. El horizonte es una planicie que se extiende hasta el infinito. Todo es un desierto vacío y ausente.

Hay luz, pero no se ve el sol. No puedo situar los puntos cardinales, estoy perdida. Tampoco se adivina un camino o un sendero maltrecho. Hacia dónde dirigirme. 

En una situación así, solo se me ocurren dos alternativas: caminar sin dirección o quedarme parada donde estoy. Si elijo empezar a andar puede que lo haga en círculos y que vuelva –sin ser consciente de ello- al mismo punto de partida. No, caminar sin rumbo no tiene sentido; sin duda, resulta una empresa inútil, un esfuerzo baldío que me agotará física y psicológicamente. 

Bien, permanecer en este lugar sin moverme es la otra opción. Entonces se abren dos nuevas posibilidades o formas de afrontarlo: el enfado o la aceptación. Siguiendo los patrones aprendidos y practicados durante toda mi vida debería irritarme, expresar mi enojo con gritos, insultos y un sinfín de arrebatos de cólera y llanto. Es una elección muy válida, pero solo me llevaría a la frustración por no poder cambiar la situación y, de nuevo, al agotamiento físico y psicológico.

Admitir que estoy perdida se alza como la alternativa más inteligente y, también, la más amorosa para conmigo misma. Si no puedo cambiar la realidad, mejor aceptarla y esperar a que suja una señal proveniente del cielo, del horizonte, de mi intuición. Desconozco cuánto tiempo habré de permanecer en este lugar inhóspito, sin embargo elijo esperar tranquila por instinto de supervivencia: no malgastar energías.

Aquí estoy, permitiendo que la naturaleza siga su curso. Comprometida con la esperanza de que la espera también hay que vivirla como parte integrante de la vida. Concediéndome la oportunidad de hacer las cosas de otra manera, desde otro enfoque menos severo y riguroso. Aprendiendo a respirar y a sentir mi cuerpo, tantos años subyugado bajo el imperio de la mente.

Ascensión Menchón García
Maestra y terapeuta de Reiki
Terapeuta de masaje Metamórfico

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