TEJIENDO MUNDOS DE LUZ

miércoles, 28 de enero de 2015

ENERGÍA VI

CRECIMIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN EL AURA


Debido a su extensión entregaré este capítulo en los siguientes artículos:
ENERGÍA V, se refiere al proceso de Encarnación
ENERGÍA VI, al nacimiento y la infancia
ENERGÍA VII, primera infancia y estado latente hasta los siete años
ENERGÍA VIII, adolescencia y edad adulta
ENERGÍA IX, la madurez y la muerte

Como siempre, deseo que os sirvan de inspiración y de apoyo en vuestra estancia en este mundo.
Para cubrir el campo de la experiencia humana desde el nacimiento hasta la muerte y más allá de este recurriré tanto a la tradición psicológica como a la metafísica. Si la metafísica no es del agrado del lector, le ruego que la tome como una metáfora.

NACIMIENTO
El nacimiento se produce en un momento único para el alma que llega. En este punto, el alma pierde su útero etéreo protector y queda sujeta por primera vez a las influencias de su entorno. También por primera vez, se encuentra sola en el mar de energía que nos rodea. Es tocada por ese campo. Los campos más grandes y fuertes de los cuerpos celestes influyen además, por primera vez, sobre el nuevo campo energético, que se suma al mayor y lo enriquece. Es como si se hiciera sonar otra nota añadiéndola a la sinfonía de la vida ya existente.

INFANCIA
El proceso del lento despertar al mundo físico prosigue después del nacimiento. El lactante duerme con frecuencia durante este tiempo, y el alma ocupa sus campos energéticos más elevados. Deja sueltos los cuerpos físico y etéreo y les permite realizar el trabajo de construcción del cuerpo.

En las fases iniciales de la vida, el niño tiene la tarea de ir acostumbrándose a las limitaciones de la sensación física y al mundo en tres dimensiones. Todavía tienen cierta conciencia del mundo espiritual, y luchan por abandonar las figuras de sus compañeros de juego y padres espirituales y transferir sus afectos a sus nuevos progenitores. Los recién nacidos tienen chakras de corona muy abierta que se esfuerzan por comprimirse dentro de los límites del diminuto cuerpo del bebé. Cuando, al dormir, abandonan el cuerpo físico, en sus cuerpos más elevados, con frecuencia presentan la apariencia de espíritus de unos de 3,60 m de estatura. Luchan enconadamente por abrir el chakra de la raíz inferior y conectar con la Tierra.

Cuando un bebé centra su atención en un objeto en el plano físico, el aura se tensa y abrillanta, especialmente alrededor de la cabeza. Luego, cuando su atención cede, el color del aura se desvanece; sin embargo, retiene parte de la experiencia en forma de color en el aura. Cada experiencia añade un poco de color al aura y aumenta su individualidad. El trabajo de construcción del aura también está en marcha y continúa de este modo a lo largo de toda la vida, de manera que permite encontrar la experiencia vital de cada uno.

Después del nacimiento se mantiene una fuerte conexión energética entre la madre y el hijo, a la que a veces se denomina plasma germinal. Esta conexión tiene su momento más fuerte en el alumbramiento, y se mantiene durante toda la vida, aunque se va haciendo menos pronunciada a medida que crece el niño. Este cordón umbilical psíquico es la conexión a través de la cual los niños se mantienen en contacto con sus padres en el transcurso de los años. En muchas ocasiones, uno de los dos tiene conciencia de las experiencias traumáticas por las que pasa el otro, aunque puedan estar separados a gran distancia en el nivel físico.

El campo del niño está totalmente abierto y es vulnerable al ambiente en el que vive. El niño detecta todo lo que sucede entre sus progenitores, tanto si sus relaciones son claras como si no lo son. Reacciona constantemente a su entorno energético de forma acorde con su temperamento. Puede sentir vagos temores, tener fantasías o berrinches o estar enfermo. Todo los chakras del niño están abiertos en el sentido de que no cuentan con una película protectora que mantenga al margen las influencias psíquicas que llegan hasta él. Ello hace que el niño sea muy vulnerable e impresionable. Así, aun cuando los chakras no están desarrollados como los de un adulto y experimentan de forma vaga la energía que penetra en ellos, ésta sigue progresando hasta el campo del niño, quien debe ocuparse de ella en cierto modo.

Alrededor de los siete años de edad, sobre las aberturas del chakra se forma una pantalla protectora que filtra muchas de las influencias del campo energético universal. De este modo, el niño pierde su anterior vulnerabilidad. Esta fase se puede observar cuando el niño crece y se individualiza. Es un momento próximo al de la aparición del raciocinio.

Muchas veces es posible ver cómo un niño pequeño se sienta y acurruca en el regazo de su madre o su padre. Está siendo protegido de las influencias exteriores por el campo de su progenitor. Esta vulnerabilidad infantil me hace ser muy conservadora en lo que se refiere a permitir que los niños intervengan en terapias de grupo con adultos. El adulto no tiene idea de lo que esto supone para el niño, a menos que haya regresado a ese estado de vulnerabilidad. He visto a padres que sometían inconscientemente a sus hijos a un schock psíquico innecesario haciéndoles participar en terapias de grupo, por considerar que se trataba de una actitud progresista, o porque cedieron a las presiones del grupo. La ira de un adulto golpea el sistema del niño como un shock psíquico, mientras que la tristeza y la depresión lo envuelven como una niebla.

Reiki es un sistema de sanación que trabaja con la Energía Universal a través de los chakras mediante la imposición de manos. El efecto inmediato de Reiki es la relajación pero sus efectos van más allá ya que conecta todas las capas aurales para que la conexión con tu verdadero Ser –tu Yo Superior- se haga realidad de una forma más consciente.

TERAPIA Y CURSOS DE REIKI
Facilitadoras:
Ascensión Menchón García_Maestra de Reiki
María de Tíscar Bosques Navarrete_Maestra de Reiki y Tarotista
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