CRECIMIENTO Y DESARROLLO
HUMANO EN EL AURA
Debido a su extensión entregaré este capítulo en los
siguientes artículos:
ENERGÍA V, se refiere al proceso de Encarnación
ENERGÍA VI, al nacimiento y la infancia
ENERGÍA VII, primera infancia y estado latente hasta los
siete años
ENERGÍA VIII, adolescencia y edad adulta
ENERGÍA IX, la madurez y la muerte
Como siempre, deseo que os sirvan de inspiración y de apoyo
en vuestra estancia en este mundo.
Para cubrir el campo de la experiencia humana desde el
nacimiento hasta la muerte y más allá de este recurriré tanto a la tradición
psicológica como a la metafísica. Si la metafísica no es del agrado del lector,
le ruego que la tome como una metáfora.
NACIMIENTO
El nacimiento se produce en un momento único para el alma que
llega. En este punto, el alma pierde su útero etéreo protector y queda sujeta
por primera vez a las influencias de su entorno. También por primera vez, se
encuentra sola en el mar de energía que nos rodea. Es tocada por ese campo. Los
campos más grandes y fuertes de los cuerpos celestes influyen además, por
primera vez, sobre el nuevo campo energético, que se suma al mayor y lo
enriquece. Es como si se hiciera sonar otra nota añadiéndola a la sinfonía de
la vida ya existente.
INFANCIA
El proceso del lento despertar al mundo físico prosigue
después del nacimiento. El lactante duerme con frecuencia durante este tiempo,
y el alma ocupa sus campos energéticos más elevados. Deja sueltos los cuerpos
físico y etéreo y les permite realizar el trabajo de construcción del cuerpo.
En las fases iniciales de la vida, el niño tiene la tarea de
ir acostumbrándose a las limitaciones de la sensación física y al mundo en tres
dimensiones. Todavía tienen cierta conciencia del mundo espiritual, y luchan
por abandonar las figuras de sus compañeros de juego y padres espirituales y
transferir sus afectos a sus nuevos progenitores. Los recién nacidos tienen
chakras de corona muy abierta que se esfuerzan por comprimirse dentro de los
límites del diminuto cuerpo del bebé. Cuando, al dormir, abandonan el cuerpo físico, en sus cuerpos más elevados,
con frecuencia presentan la apariencia de espíritus de unos de 3,60 m de
estatura. Luchan enconadamente por abrir el chakra de la raíz inferior y
conectar con la Tierra.
Cuando un bebé centra su atención en un objeto en el plano
físico, el aura se tensa y abrillanta, especialmente alrededor de la cabeza.
Luego, cuando su atención cede, el color del aura se desvanece; sin embargo,
retiene parte de la experiencia en forma de color en el aura. Cada experiencia
añade un poco de color al aura y aumenta su individualidad. El trabajo de
construcción del aura también está en marcha y continúa de este modo a lo largo
de toda la vida, de manera que permite encontrar la experiencia vital de cada
uno.
Después del nacimiento se mantiene una fuerte conexión
energética entre la madre y el hijo, a la que a veces se denomina plasma
germinal. Esta conexión tiene su momento más fuerte en el alumbramiento, y se
mantiene durante toda la vida, aunque se va haciendo menos pronunciada a medida
que crece el niño. Este cordón umbilical psíquico es la conexión a través de la
cual los niños se mantienen en contacto con sus padres en el transcurso de los
años. En muchas ocasiones, uno de los dos tiene conciencia de las experiencias traumáticas
por las que pasa el otro, aunque puedan estar separados a gran distancia en el
nivel físico.
El campo del niño está totalmente abierto y es vulnerable al
ambiente en el que vive. El niño detecta todo lo que sucede entre sus
progenitores, tanto si sus relaciones son claras como si no lo son. Reacciona
constantemente a su entorno energético de forma acorde con su temperamento.
Puede sentir vagos temores, tener fantasías o berrinches o estar enfermo. Todo
los chakras del niño están abiertos en el sentido de que no cuentan con una
película protectora que mantenga al margen las influencias psíquicas que llegan
hasta él. Ello hace que el niño sea muy vulnerable e impresionable. Así, aun
cuando los chakras no están desarrollados como los de un adulto y experimentan
de forma vaga la energía que penetra en ellos, ésta sigue progresando hasta el
campo del niño, quien debe ocuparse de ella en cierto modo.
Alrededor de los siete años de edad, sobre las aberturas del
chakra se forma una pantalla protectora que filtra muchas de las influencias
del campo energético universal. De este modo, el niño pierde su anterior
vulnerabilidad. Esta fase se puede observar cuando el niño crece y se
individualiza. Es un momento próximo al de la aparición del raciocinio.
Muchas veces es posible ver cómo un niño pequeño se sienta y
acurruca en el regazo de su madre o su padre. Está siendo protegido de las
influencias exteriores por el campo de su progenitor. Esta vulnerabilidad
infantil me hace ser muy conservadora en lo que se refiere a permitir que los
niños intervengan en terapias de grupo con adultos. El adulto no tiene idea de
lo que esto supone para el niño, a menos que haya regresado a ese estado de
vulnerabilidad. He visto a padres que sometían inconscientemente a sus hijos a
un schock psíquico innecesario haciéndoles participar en terapias de grupo, por
considerar que se trataba de una actitud progresista, o porque cedieron a las
presiones del grupo. La ira de un adulto golpea el sistema del niño como un
shock psíquico, mientras que la tristeza y la depresión lo envuelven como una
niebla.
Reiki es un sistema de sanación que trabaja con la Energía
Universal a través de los chakras mediante la imposición de manos. El efecto
inmediato de Reiki es la relajación pero sus efectos van más allá ya que
conecta todas las capas aurales para que la conexión con tu verdadero Ser –tu
Yo Superior- se haga realidad de una forma más consciente.
TERAPIA Y CURSOS
DE REIKI
Facilitadoras:
Ascensión Menchón
García_Maestra de Reiki
María de Tíscar
Bosques Navarrete_Maestra de Reiki y Tarotista
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