Los perfeccionistas somos personas con un bajo nivel de
felicidad genuina. Nuestro objetivo se centra en que cada situación de la vida
sea perfecta, a la manera en que nosotros entendemos la perfección, es decir,
siguiendo fielmente nuestras expectativas.
Por supuesto, la vida –en general- no se mueve según nuestros
cánones más estrictos, sino que –caprichosa- forma sus propios meandros y se
desliza sin cumplir la disposición establecida por nosotros. Esto nos hace
sufrir y nos convierte en obsesivos del orden y el control.
Seguro que nos habéis visto en muchas ocasiones: organizando,
mandando, ordenando, disponiendo y decidiendo con una presteza y una seguridad
incuestionables. Unos nos admiran; otros nos tachan de arrogantes. Y nosotros
nos sentimos prisioneros de la inflexibilidad, prisioneros en una torre
fortificada creada por nosotros mismos a lo largo de los años.
Y el miedo y las dudas nos acompañan en cada paso del camino;
y la inseguridad es nuestra consejera, pues nos creemos frágiles; y nuestra autoestima
repta –como una serpiente- por un camino lleno de encrucijadas. Pero nadie debe
saberlo, por eso nos protegemos con una dura y compacta coraza. Somos guerreros
luchando en una batalla imaginaria, pero muy real en nuestra mente.
Nuestra pesadilla más pavorosa sería perder el control, ser
vistos como seres desvalidos, débiles y dignos de lástima. Dicha pesadilla es
muy real para nosotros, por tanto no nos permitimos bajar la guardia en ningún
momento. Nuestro círculo de confianza es muy limitado, y ni siquiera a este
ínfimo número de personas acudimos en nuestros momentos de decaimiento.
No lloramos en público; no expresamos nuestros sentimientos
más íntimos; no bajamos totalmente la guardia en ninguna ocasión; las
relaciones establecidas con otros suelen basarse en una falsa amistad, no
porque no lo deseemos sino porque nos tenemos prohibido permitir que otros nos
conozcan.
Cuando nos sumergimos en un proceso de sanación,
experimentamos mucho miedo porque nos sentimos desprotegidos. Son años de encarcelación y recogimiento. Necesitamos
mucha suavidad y comprensión. Nuestra comprensión y nuestra suavidad hacia
nosotros mismos. Mucha paciencia y aceptación hacia nuestros sentimientos.
Durante dicho proceso hay momentos de miedo, pánico, dolor,
angustia y depresión, ya que solemos entender la transformación como una prueba,
enfrentándonos a nosotros mismos. Pero solo empezaremos a sentir el calor del
sol y la brisa fresca del mar cuando nos comportemos con nosotros como si
fuéramos nuestros mejores amigos. Sin prisas, sin metas, sin proyectos;
simplemente deshaciéndonos, muy muy despacito –capa a capa- y con mucho cariño
y comprensión, de la coraza con la que nos hemos protegido y defendido de esos
miedos que nos han impedido vivir. Abrázate, acaríciate, mímate y recuerda:
eres un ser amoroso que merece amor. Empieza amándote tú.
¡La sanación a través de las manos!
TERAPIA DE REIKI
En una sesión de Reiki se trabajan todos los chakras para
conseguir el equilibrio y fortalecimiento de los mismos. Además, te ofrezco
unas pautas físicas y de respiración para que puedas practicar en casa hasta la
siguiente sesión. Cada semana dichos ejercicios se centrarán en cada uno de los
siete chakras principales.
Ascensión
Menchón García
Maestra y
terapeuta de Reiki
Terapeuta de
Técnica Metamórfica
Si necesitas
más información o quieres solicitar cita para una sesión de Reiki o Técnica
Metamórfica ponte en contacto conmigo a través del “Formulario”, a la derecha
de este artículo, o en la pestaña “Contacto” de este blog.
Si te
apetece, deja un comentario sobre este artículo. Me gustaría conocer tu
opinión.
Sígueme en facebook.com/ascension.mg
y en twiter @Ammagnetica
No hay comentarios:
Publicar un comentario