ESCUCHA TU INTERIOR
Quienes vivimos en una gran ciudad
nos quejamos habitualmente del ruido constante que padecemos debido al tráfico
intenso, a las sirenas –de policía, ambulancias o bomberos-, a la multitud que
abarrota cualquier espacio, a los vecinos –puesto que las paredes de nuestras
casas son tan delgadas como el papel-, a las obras, etc. Sí, vivimos inmersos
en un ruido inquebrantable y dicha situación nos desagrada, incluso a veces nos
hierve la sangre.
No obstante, el ruido es solo una
circunstancia externa, que se convertirá o no en un problema dependiendo de
nosotros mismos. No cabe duda de que vivir en un lugar apartado de la
civilización y rodeados de naturaleza puede resultar más agradable y benéfico
para nuestra salud mental, pero ¿qué vamos a hacer mientras nuestro hogar se
halle en un entorno contaminado acústicamente? Encuentro dos opciones:
quejarnos y lamentarnos de nuestra situación actual o adaptarnos a ella.
En el primer caso, las
consecuencias desembocan en malhumor cuya frecuencia sufrirá altibajos
dependiendo de variables tan arbitrarias como: si nos ha dado tiempo o no de
tomar un café, si hemos llegado a tiempo o no al trabajo, si está nublado o luce
un sol radiante, si tenemos problemas en casa o por el contrario pasamos por un
grato momento familiar, o cualquier otro motivo aparentemente ajeno al ruido. Esta
situación parece, en principio, bastante caótica y descontrolada; y es cierto:
no tenemos el control de todo lo que pasa a nuestro alrededor. Asumámoslo de
una vez por todas: el intento de controlar, dirigir y regular el flujo de la
vida resulta agotador y frustrante.
Sin embargo, adaptarnos al
entorno sí está en nuestras manos. Una forma de adaptación consiste en
focalizar nuestra atención en lo que está ocurriendo sin juzgarlo. Cuando apartamos
los juicios de la situación (o de las personas) lo que tenemos ante nosotros ya
no nos afecta de una forma arrebatadora. No me refiero a que vayamos a
convertirnos en una balsa de aceite donde nada nos afecte; la apatía tampoco es
una compañera por la que queramos pujar.
Más bien, pienso en un estado de aceptación ante los sucesos de la vida que nos
incomodan como, por ejemplo, el ruido.
Aceptar la vida implica no ejercer presión sobre ella,
sino dejarla pasar como las olas del mar. Encontrando un lugar de equilibrio en
nuestro interior seremos capaces de navegar sin sufrir naufragios devastadores.
En lo más íntimo de cada uno de nosotros se halla la clave para vivir en paz. Busca
la llave a través de la meditación, la oración, el deporte, Reiki, el yoga, … Cuando
la encuentres lo sabrás y –a pesar de que en algún momento tus hábitos mentales
intenten boicotearte- sentirás cómo el ruido (lo que te molesta) empieza a perder intensidad. Escucha
tu interior.
Si quieres cambiar tu vida,
prueba a hacerlo. Si te caes durante el camino, levántate de nuevo. Si te
cansas, tómate un descanso. Si necesitas ayuda, pídela y la hallarás. El camino
es desconocido, pero la aventura está asegurada. Puedes intentarlo o seguir
quejándote: tú eliges.
Ascensión
Menchón García
Maestra y
terapeuta de Reiki Usui
Terapeuta de
Reiki Karuna
Terapeuta de Técnica
Metamórfica
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Karuna o Metamórfico ponte en contacto conmigo a través del “Formulario”, a la
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