TEJIENDO MUNDOS DE LUZ

jueves, 28 de julio de 2016

COMPASIÓN







Cuando la compasión hacia uno mismo resulta una tarea complicada es que nos estamos equivocando de sentimiento. No estamos siendo compasivos, sino que nos obligamos a ello. La verdadera compasión surge con una total y amorosa aceptación de quiénes somos –o creemos ser-, de cómo actuamos, de cómo nos sentimos: una tolerancia absoluta hacia nuestra persona.
Nos hallamos inmersos en un mundo de máscaras, donde parece difícil –si no imposible- reconocernos de manera sincera. Si, en algún momento de nuestras vidas, nos damos el permiso para asomarnos a nuestro interior encontramos aspectos de nosotros que –como poco- nos disgustan. Ante dicho descubrimiento añadimos más y más capas de barniz para tapar lo que –según nuestro criterio- se consideran imperfecciones.
Pasamos la vida envolviéndonos, tapándonos, protegiéndonos. Y un día, por cualquier motivo, se abre una grieta. Dicha grieta es impertinente y tenaz, no se deja cubrir bajo ningún concepto. Ya no hay escapatoria, empezamos a descubrirnos a nuestros ojos y estamos –en cierto modo- aterrados: ahora, cualquiera puede vernos.
Nuestras debilidades salen a la luz, aunque también nuestras mayores cualidades. Sin embargo, el foco de nuestra atención se centra en las debilidades. Nuestra torre –aquella en la que nos sentíamos prisioneros, pero también a salvo- se desmorona y no parece que nada vaya a sobrevivir indemne.
Muchos postulan que lo fundamental en dicha situación es el valor y el coraje para enfrentarnos a los miedos. Y tienen razón, hay que tener una buena dosis de bravura para la batalla. Sin embargo, si actuamos así ¿no estaríamos cayendo de nuevo en la misma espiral? Pensar en términos de guerra, valentía y lucha, desembocaría –de nuevo- en un contexto donde primaría la protección: protegerse de algo, de alguien, de nosotros mismos. Y otra vez, nos encontramos levantando una nueva torre, fortaleciendo las murallas.
A mí me gusta más la compasión porque encauza nuestros sentimientos hacia un remanso de paz y aceptación. Donde la prisa por el cambio tampoco ha lugar. Acampamos en un espacio seguro y afectuoso -para algunos poco frecuentado- pero que no resulta totalmente desconocido porque siempre ha estado ahí, esperándonos, brindándonos descanso.
No se trata solo de sentir compasión, sino de practicarla. Cada uno puede practicar la compasión consigo mismo. No estoy hablando de sentir lástima, aflicción o cualquier otro tipo de sensiblería. Me refiero a una verdadera generosidad hacia nuestra vida; una clemencia genuina donde la sabiduría de la inseguridad encuentre reposo.
Seamos compasivos con nosotros mismos, seamos nuestros mejores amigos.

Ascensión Menchón García
Maestra y terapeuta de Reiki
Terapeuta de Técnica Metamórfica

Si necesitas más información o quieres solicitar cita para una sesión de Reiki o Metamórfico ponte en contacto conmigo a través del “Formulario”, a la derecha de este artículo, o en la pestaña “Contacto” de este blog.
Si te apetece, deja un comentario sobre este artículo. Me gustaría conocer tu opinión.
Sígueme en facebook.com/ascension.mg y en twiter @Ammagnetica

No hay comentarios:

Publicar un comentario