ANSIEDAD

LA TORTURA DE LA MENTE

 

La ansiedad es una rata que te va comiendo las entrañas. Tiene varias formas de actuar, pero todas muy reconocibles por sus efectos: la necesidad de salir de tu cuerpo y la urgencia apremiante de que todo acabe cuanto antes.

A veces, se empieza a notar levemente. Sientes unos ligeros, pero insistentes arañazos en la boca del estómago. Avisa de que no estás solo. Y empieza a subir hacia la zona del pecho, parece como si el esternón se expandiera, casi a partirse por el ímpetu de una fuerza extraña, ajena a ti. Necesitas respirar, llenar tus pulmones. La intensidad del malestar se mantiene, impertérrita. La mente empieza a trabajar y todos los pensamientos más ocultos de miedo, de tus miedos, comienzan a desfilar caóticamente como si se tratase de un carnaval macabro.

En otras ocasiones, el ataque de ansiedad es súbito. Sin previo aviso las costillas se cierran, la caja torácica se contrae, se forma un nudo en la garganta, la visión se nubla y la cabeza parece estallar. Ha utilizado todo su arsenal y –en ese momento- no dudas de que va a ganar. Prefieres morir antes que tener que pasar por esta desesperación y por el vértigo que conlleva.

La ansiedad ¿es una enfermedad de nuestro mundo?, ¿es un síntoma de que nos alejamos de nuestra verdadera naturaleza?, ¿es un aviso de que no estamos enfocando nuestra vida de manera correcta? La exigencia de unos cánones de perfección –tanto sociales, como personales- pueden derivar fácilmente en ansiedad (o en depresión, su familiar más cercano). Incluso nos obligamos a encontrarnos bien y saludables. Cualquier actividad, incluso la de descansar o irnos de vacaciones, se tiñe de exigencias de “tengo que…” a cualquier precio. Siempre orientados al destino, perdiéndonos la ruta que –al fin y al cabo- determina el sentido de la marcha.

Ascensión Menchón García

Maestra y terapeuta de Reiki

Terapeuta de Técnica Metamórfica

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